¿Por qué una crónica del proceso electoral?
En nuestra historia reciente, cada vez que nos adentrábamos en un proceso electoral federal que incluyese elección presidencial, solíamos recurrir al adjetivo “histórico” para caracterizar esa experiencia colectiva. Esta inclinación a adjetivar de manera más bien hiperbólica no se registra sólo desde que existen en México elecciones federales realmente competitivas (que algunos estudiosos remiten a la elección presidencial de 1994 y otros fechan no antes de las elecciones del año 2000) sino que se interna ampliamente en el siglo XX. Este cronista, que de ningún modo y bajo ningún criterio podría calificar ya como joven, recuerda que cada vez que se celebraban elecciones federales presidenciales (el resto, federales intermedias y locales de distinto tipo, parecían contar menos) el adjetivo “histórico” reclamaba sus fueros. La elección que tocara era histórica, el cambio presidencial era histórico, la vuelta de tuerca del sistema era histórica, las nuevas legislaturas eran históricas y así hasta casi agotar la carga semántica que nos ofrece la historia.
Por ello, en el caso de esta crónica por entregas de este blog, para decirlo de forma más comprensible para lectores que la encontrarán, al menos en su primera aparición, en la página electrónica del Instituto Nacional Electoral¾ lo que habrá que mostrar de entrada es que nuestra elección de 2018 será, en efecto y sin miedo al lugar común, histórica. Lo que digamos en las siguientes entregas tendrá que explicar por qué nuestro repetido adjetivo es más que pertinente. Tendremos una experiencia electoral que, al margen de cómo la vivamos, el futuro registrará, sin titubeos ni exageraciones, como histórica.
¿Qué esperar de esta crónica del proceso electoral?
En un país de grandes cronistas de Vicente Riva Palacio a Carlos Monsiváis y de Salvador Novo a Rafael Pérez Gay, entre otras muchas continuidades, la pretensión de hacer un relato bajo la figura de una crónica (que se quiere construir como un discurso subjetivo pero a la vez serio, y como un testimonio informado aunque sin ser historiográfico) resulta casi una irreverencia; empero, la importancia de la elección que empezamos a vivir amerita el intento.
Algunas prevenciones se imponen: no espere el lector una fiel y detallada descripción de todo lo que suceda durante estos meses políticamente intensos: esa masa informativa se construye poco a poco a través de distintas fuentes y con asiento en diversas instituciones. Tampoco debería esperarse una interpretación científico-social que sumara estas páginas a ese notable campo de los estudios electorales habitado por genuinos especialistas. Mucho menos un texto de militancia, profecías o de orientación ideológica para los lectores. La pretensión es mucho menor: queremos contar algunas de las complejidades de la gigantesca tarea de construir ese edificio-maquinaria que son las elecciones; alumbrar algunos de los hitos sobre los que se mueve el tren del proceso electoral; bosquejar un fresco impresionista, con jirones y manchones de aquí y de allá, de las elecciones conforme se organizan por el INE y, en fin, dejar un testimonio, uno más entre muchos, de este esfuerzo agregado de millones de personas en México por hacer realidad la promesa que nos hemos hecho a nosotros mismos al haber preferido la democracia.
La numeralia habla
Dijimos en nuestras entregas introductorias que el futuro no dudará en entender a las elecciones de 2018 como un proceso histórico y a su preparación institucional y a su despliegue operativo como una gran experiencia de la democracia que hemos escogido como forma de vida política. Acaso, por ello, una manera sencilla de acreditar la validez de lo dicho sea identificar algunas de las cifras que revelan las dimensiones del proceso electoral.
Las elecciones de 2018 serán las más grandes de la historia nacional. Según datos del propio INE, el 1º de julio serán electos 18, 299 cargos de los poderes ejecutivos y legislativos (629 federales y 17,670 locales). En el ámbito federal, las y los ciudadanos estamos convocados a las urnas para elegir 1 Presidencia de la República, 500 Diputaciones federales y 128 Senadurías. En el nivel local, estamos emplazados para elegir 8 Gubernaturas, 1 Jefatura de gobierno de la Ciudad de México, 972 Diputaciones locales, 1,596 Presidencias municipales, 16 Alcaldías, 1,237 Concejales, 1,664 Sindicaturas, 12,013 Regidurías, 19 Regidores étnicos, y, en el caso de las Juntas Municipales, 24 Presidencias, 24 Síndicos y 96 Regidurías.
Nunca antes en México se había elegido a tantos gobernantes en un solo momento. Tampoco se había enfrentado un proceso electoral tan complejo y con tantas exigencias organizativas. En más de un sentido, la ciudadanía es la gran protagonista; pero, junto con ésta, el esfuerzo de todos los demás sujetos de la democracia ¾de las autoridades electorales a los partidos, de los gobernantes a las instituciones públicas y de las organizaciones sociales a los medios de comunicación es lo que definirá el resultado celebrable o no de esta contienda.
Sobre la concurrencia en los comicios
El 1º de julio de 2018 se celebrarán elecciones federales en todo el país. Como dijimos antes, se elegirá 1 presidencia, 500 diputaciones (300 por mayoría relativa y 200 por representación proporcional) y 128 senadurías (64 por mayoría relativa, 32 por primera minoría de cada estado y 32 por representación proporcional)
Mediante este gran acto comicial, se conformarán los poderes federales: el Ejecutivo de la nación y el Congreso de la Unión. Pero no deberíamos olvidar que México es un país federal, en el que los estados y la Ciudad de México tienen facultades para elegir a sus respectivos poderes ejecutivos y legislativos. La coincidencia en el tiempo de las elecciones federales, las locales e incluso las municipales es lo que se denomina concurrencia. Buena parte del desafío organizativo y logístico de las elecciones de 2018 deriva de esta concurrencia. En la jornada electoral del 1º de julio se celebrarán elecciones concurrentes de gubernaturas en 8 estados (Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán) y de Jefatura de gobierno (Ciudad de México); de presidencias municipales en 1596 municipios, de 16 alcaldías en la Ciudad de México y de cientos de cargos menores hasta completar la cifra de 17,670 gobernantes y legisladores locales.
Aunque toca al INE la responsabilidad directa sólo de la conducción del proceso electoral federal, y aunque cada entidad federativa cuenta con sus autoridades electorales administrativa y judicial, el carácter nacional del INE y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, los hace autoridades concurrentes y responsables en buena parte de la organización y control legal de los comicios locales. En la jornada del 1º de julio, las personas votantes experimentarán de manera directa esta concurrencia. Para que esto funcione, se requiere información y preparación.